Las personas con estrés tienen una serie de creencias irracionales o
preocupaciones excesivas, representando éstas un papel muy importante en
el desarrollo de alteraciones emocionales y conductuales. Por ello, se debe
entrenar en una serie de técnicas que ayudarán a la identificación y
corrección de estas distorsiones cognitivas, disminuyendo dichas
alteraciones.
Las cogniciones son el modo de pensar y el determinante más poderoso de
nuestra forma de sentir y actuar. La forma en que percibimos la realidad es
el color de los cristales de las gafas a través de las cuales miramos el
mundo que nos rodea.
Por eso, nuestro objetivo es cambiar las cogniciones, mirar al mundo sin
sesgos que nos provocan gratuitamente e inútilmente emociones negativas
como tristeza, depresión, ansiedad, culpa, miedo, ira, etc. Son inútiles
porque no nos sirven, interfieren en la consecución de nuestras metas, crean
malestar y alteran nuestra conducta.
Muchos de nuestros estados psicológicamente alterados se deben a estas
ideas irracionales, que se tienen como un pensamiento automático impuesto
por nuestra cultura y están sometidas a numerosos sesgos que distorsionan
la realidad.
Muchas veces nuestros problemas se vuelven más graves de lo que en
realidad son porque se tienen unas ideas de la vida que no siempre son
acertadas. En estas interpretaciones influyen nuestro pasado, las situaciones
que ya hemos vivido, lo que nos han enseñado y hemos visto, nuestro
temperamento y personalidad. El pasado ya no existe, si cambiamos la
interpretación de éste seremos más activos y buscaremos pensamientos
menos sesgados que nos ayuden a ser más realistas y objetivos.
CREENCIAS IRRACIONALES
Tenemos la necesidad absoluta de ser amados y aprobados por casi todas
las personas que nos rodean en casi todo lo que hacemos. Una cosa son nuestras verdaderas necesidades y otra nuestros deseos o lo
que nos gustaría.
Aunque es deseable ser amado, es cuestionable su necesidad. Aunque 99
nos amaran y nos aceptaran, siempre existirá la persona 100 o 101 que no
lo hará. Es imposible que seamos siempre simpáticos, y debido a nuestras
diferencias individuales nos gustarán más unas personas que otras y
seremos gustados más por unas personas que por otras.
Tenemos que conseguir plenamente todo lo que emprendamos.
No tiene sentido compararnos de forma envidiosa con los logros del demás,
puesto que no se tiene ningún control sobre el comportamiento de ellos
sino sólo sobre el de nosotras mismas. El centrarse únicamente o de forma
excesiva en la creencia de que se debe tener éxito y ser competente, a
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menudo nos aparta del objetivo importante que es ser feliz. Debemos
concentrarnos en disfrutar, no sólo en el resultado sino en el proceso de lo
que se hace.
Algunas personas son ruines, malas y merecen ser castigados por sus faltas
(incluidas nosotras mismas). Una mala acción no hace mala a una persona,
nadie es absolutamente malo ni bueno.
Es terrible, catastrófico e insoportable que las cosas no vayan como uno
quiere. Siempre que sea posible, se debe intentar sacar el máximo provecho
de las situaciones negativas, aprender de ellas, aceptarlas como un desafío
o integrarlas de forma útil en la vida. Las desdichas vienen del exterior. Somos incapaces de deshacernos de
nuestras penas y aflicciones. La mayoría de las agresiones que sufrimos son
ataques psicológicos cuya capacidad de hacer daño es mínima o no existe, a
no ser que se crea erróneamente que puedan dañar o nos dejemos
perjudicar. Puesto que una cosa es o puede ser peligrosa, tenemos que estar
preocupados profundamente por ella. Aunque es bueno proveer algún
peligro o inconveniente no lo es estar ansioso, tener miedo. Esto, a
menudo, impide ser eficaz o enfrentarse al hecho real. La mayoría de las
preocupaciones no las causan peligros reales externos, sino las respuestas
cognitivas y anticipaciones ¿y si pasa esto?
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